Tom Waits: Conversaciones, entrevistas y opiniones. Mac Montandon. Global Rhythm, Barcelona, 2008.
Dylan sobre Dylan: 31 Entrevistas memorables. Jonathan Cott. Global Rhythm, Barcelona, 2008.
Estos libros recopilan entrevistas históricas a dos músicos que se han desmarcado del rótulo de músicos pop para situarse entre los artistas más importantes del siglo pasado. En el caso de Bob Dylan, se trata de alguien que no sólo redefinió la composición y el rol de la canción popular sino que también es un poeta por derecho propio. Por su parte, Tom Waits es el creador de una obra que no sólo es una veta a explotar para numerosos interpretes sino también un compositor que desafía los límites de la canción llegando a crear discos que no son necesariamente pop, sino también opereta, feria ambulante y vodevil.
La admiración que suscitan estos artistas hoy es capaz de intimidar al periodista más plantado, pero no siempre fue así. El libro Dylan sobre Dylan puede entenderse como una serie de asedios a Bob Dylan, en los que antiguos periodistas buscan desenmascarar al joven Dylan, definirlo y de esa manera desacreditarlo. Más tarde, quienes realizan este asedio son además fans que buscan no sólo definiciones sino respuestas que sean también revelaciones.
Robert Shelton, autor de la primera nota publicada sobre Dylan, afirma que cuando hablaron en 1966 para planear un libro que se publicaría 20 años después como No Direction Home, “su impetuosa verborrea parecía impelida por la presión acumulada durante años de hablar con recelo ante la posible publicación de sus palabras”. Del mismo 1966 data la mítica entrevista publicada en Playboy, reproducida íntegramente en este volumen.
En un principio, Dylan utilizó las entrevistas como una forma de levantar su propio mito, lo hizo modificando deliberadamente su biografía. Inventando míticas huídas del hogar paterno a las edades de diez, doce y trece años y viajes de costa a costa con una feria ambulante. Estos falseamientos esconden la muy tranquila juventud del joven Robert Zimmerman en un pueblito de Minnesota y el miedo a que esa apacible vida le fuera enrostrada.
En 1969, cuando editó Nashville Skyline, Dylan estaba en condiciones de elegir no sólo si haría una entrevista sino también al entrevistador, y su elegido fue Jann Wenner, director de la revista Rolling Stone, desde esta entrevista en adelante, veremos un Dylan desenvuelto que intenta amablemente responder cada pregunta que le formulan.
Esta colección de entrevistas puede ser leída como una gran nota al pie de la película I’m Not There (2007) de Todd Haynes, pues en ellas es posible distinguir casi todas las máscaras usadas por Bob Dylan en su carrera, desde el joven trovador comprometido al actual, pasando por el Dylan católico y el Judas de la guitarra eléctrica.
El caso de las entrevistas a Tom Waits es muy distinto, él no tuvo la carrera meteórica de Bob Dylan y jamás fue un fenómeno de masas, tal vez por lo mismo los entrevistadores no tienen hacia él una actitud beligerante. Esto le confiere a estas Conversaciones, entrevistas y opiniones un tono en el cual Tom Waits relajadamente cuenta historias e inventa tantas mentiras como se le ocurren. Tras unos diez años de carrera y entrevistas era tal la maraña de mentiras acumuladas que uno de sus entrevistadores afirmó que su dossier de prensa parecía el informe policial de un criminal sólo conocido por sus alias.
La carrera y las entrevistas de Tom Waits pueden dividirse en dos etapas, antes y después de Kathleen Brennan, su esposa desde 1980. En la primera, que abarca sus primeros siete discos, él es el único responsable de esas composiciones llenas de epifanías en rincones sórdidos cantadas por un borracho encorvado sobre una cerveza. Desde 1980, él mismo lo afirma, inician una relación colaborativa con la cual abandona no sólo su antigua imagen de borracho melancólico sino también la comodidad de un estilo que después de mucho esfuerzo había logrado la atención de una audiencia fiel.
El inicio de estas colaboraciones está marcado por el disco Swordfishtrombones (1980) y se caracteriza por la integración de ritmos y sonoridades extraños, de hecho, en las entrevistas abundan nombres de instrumentos como el chamberlin 2000, el mellotrón, el synclavier y tapas de basureros convertidas en batería. Puntos altos de este libro son las memorables conversaciones de Tom Waits con Elvis Costello y Jim Jarmusch y los momentos en que declara que está buscando “el clang de todos los clangs”, que cualquier ruido puede proveer el suficiente ectoplasma para crear un organismo y que hacer música es como operar un flamenco porque no sabes dónde carajo está su corazón.
La lectura de estos libros me hace pensar que, en parte, Bob Dylan es responsable de la aparición del periodismo musical como se le entiende hoy, periodismo que hizo posible la recepción de un artista como Tom Waits. También es posible decir que el rol del ego del entrevistador es mayor en las entrevistas a Bob Dylan, mal que mal Tom Waits nunca fue llamado “la voz de su generación” y nadie le pedía respuestas ni verdades, a lo más se le ha definido como: “la voz del pueblo si el pueblo estuviera compuesto sólo por monstruos de feria”.
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